lunes, 30 de noviembre de 2015

Tarea 3: La ciencia no es demócrata


En los tiempos que corren, la gran mayoría de las decisiones políticas, de acuerdos institucionales o de pactos económicos deben tomarse por consenso. Incluso el bar en el que queda la cuadrilla de amigos antes de ir  a cenar debe elegirse democráticamente, mediante consenso y buscando alcanzar un acuerdo por mayoría. ¡Con lo cómodo que resulta tener una persona  en el grupo que tome estas decisiones por uno mismo!
Afortunadamente la ciencia no es demócrata. La opinión que sobre un particular tenga una mayoría de personas no se impone a la razón. Buen, esa es la teoría claro, porque la realidad es un poco diferente. Me vienen a la cabeza situaciones en las que la ciencia ha quedado desbordada por las creencias populares, la superstición, el ecologismo de fin de semana, la homeopatía o los movimientos ciudadanos “anti-todo”. Los que ya tenemos una edad nos acordamos por ejemplo, de las protestas vecinales que suscitó la construcción del aparcamiento subterráneo de la Plaza Blanca de Navarra (el segundo que se construyó en Pamplona tras el de la Plaza de Toros),  la polémica de las antenas de telefonía en las azoteas de los edificios y ya más recientemente, el movimiento “anti-fracking”. Pero entonces ¿qué le está pasando a la ciencia? ¿No habíamos dicho que la metodología científica no aplica ni acepta  los principios democráticos? Quizás lo que le falta a la ciencia es rapidez, visibilidad, flexibilidad. En investigación científica el procedimiento investigador es lento, concienzudo y está lleno de controles de verificación que hacen de la investigación un ejercicio supremo de constancia. Este proceder es precisamente el que confiere fiabilidad a la ciencia. Sin embargo la lucha de las ideas no se desarrolla en el campo de la metodología científica si no en el de la refutación de las mismas. Refutar consiste en rechazar la validez de una idea o afirmación de otra persona mediante razones y argumentos. Y es precisamente aquí, en la refutación, donde la ciencia pierde claramente la partida. La pierde no porque carezca de argumentos si no porque la ciencia intenta aplicar en la refutación la misma metodología que utiliza en la formulación de esas ideas. Y eso no sirve. No sirve porque las personas contrarias a la ideas científicas rechazan tanto la idea como el método . No sirve porque se refuta ciencia  con argumentos obtenidos sin  método científico o con ayuda de métodos pseudo-científicos. No sirve porque repetido como un mantra, un argumento falaz se convierte en verdadero. Y no sirve porque en definitiva, el debate de ideas se ha convertido en una guerra de guerrillas y la ciencia sigue exponiendo las suyas como si de una guerra convencional se tratase. Si los científicos se acercasen más a los ciudadanos y de manera más didáctica, tuvieran una presencia más activa en la sociedad y rechazaran públicamente  las ideas de  los “lobbys” pseudo-científicos igual se lograba una mayoría de adeptos a la ciencia y a sus métodos. Pero…¿no habíamos dicho que la ciencia no es demócrata?

jueves, 19 de noviembre de 2015

Tarea 2: En modo bajo consumo, por favor.

 @agencia_sinc " El cerebro olvida a propósito para ahorrar energía" http://goo.gl/oUhhnq

¿Cuántos de los que habéis leído este "tweet" habéis pensado inconscientemente en un móvil? Lo que parece obvio en el mundo de las nuevas tecnologías nos resulta sorprendente desde un punto de vista biológico. Lo de poner el cerebro en modo" bajo consumo"  para descansar era puro empirismo (a las siestas me remito); pero que "el cerebro olvide a propósito para ahorrar energía" ya resulta un poco más inquietante. ¿Se puede controlar esa opción  a voluntad? ¿Se produce solamente en situaciones de estrés o de riesgo vital para el ser humano? ¿Por qué es importante para el cerebro el ahorro de energía? El "tweet" no lo aclara pero tampoco debería importarnos mucho. ¿Acaso no sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Tarea 1: Presentación.

Un profesor me dijo hace tiempo que los que nos dedicábamos a la investigación en España en  nuestros ratos libres éramos como mirlos blancos.
Me llamo Carlos y soy economista. Mi recorrido académico ha sido  largo y lleno de vaivenes pero puedo decir que empiezo  a ver el final del camino (cruzo los dedos). Empecé con los cursos de doctorado como forma de mantener un hábito de trabajo y cierta exigencia intelectual hasta encontrar un primer trabajo. Transcurridos bastantes años desde entonces ( y varios trabajos), hoy en día  lo enfoco como culminación a mi trayectoria académica y como reto personal; unos corren maratones y otros hacemos tesis doctorales (desde aquí mis respetos a los corredores de maratones).
¿Cuál es la cantidad de años de vida potencialmente perdidos como consecuencia de sufrir un traumatismo severo? ¿Ha cambiado el perfil epidemiológico de los pacientes politraumatizdos en la última década? ¿Cuál es el coste asistencial de este tipo de pacientes? Estas son algunas de las preguntas a las que intenta dar respuesta mi tesis que en colaboración con el  Servicio de Urgencias del Complejo Hospitalario de Navarra y el Departamento de Economía de la Universidad Pública de Navarra intento sacar adelante dentro del programa de doctorado de Ciencias de la Salud.